El
bruxismo (apretar o rechinar los dientes) es una disfunción que afecta a una
gran parte de la población.
Provoca dolor
en la musculatura implicada en la masticación y en la mímica facial, así como
en la región cervical. También puede provocar cefaleas, dificultad al tragar,
tendencia a la afonía y limitación en la apertura de la boca.
Gestos
tan cotidianos como masticar chicle, fumar, morder los bolígrafos o la mucosa
oral, morderse las uñas o comer pipas, empeoran el dolor provocado por el
bruxismo.
Esto se
explica porque la posición de la mandíbula se desvía de su posición de reposo
para realizar el gesto elegido en cada ocasión de manera repetitiva. En
ocasiones va acompañada del cierre de la boca sobre un punto muy pequeño, como
cuando comemos frutos secos o realizamos mordeduras repetitivas. En estas
ocasiones, la presión de la mordida se centra en una diminuta superficie y el
resto se queda en el aire, repercutiendo en ambas articulaciones témporomandibulares
(ATM) de manera negativa pues no pueden descargar la presión de la mordida
sobre una amplia superficie.
Algo similar
ocurre al fumar. Al aspirar el cigarrillo se adelanta la posición de la
mandíbula, al igual que cuando tomamos un batido con pajita, y se mantiene unos
segundos. Este gesto repetitivo fatiga la musculatura masticatoria y ejerce
presión en las ATM provocando no solo dolor sino otras disfunciones como
cefaleas, cervicalgias...
Estos son
algunos ejemplos de cómo malos hábitos empeoran el bruxismo y sus síntomas, así
como una incorrecta postura ante el ordenador, cargar en exceso el bolso o la
mochila o sentarse inadecuadamente.
Dentro de un
equipo multidisciplinar (odontólogo, traumatólogo, cirujano maxilofacial...) el
fisioterapeuta-osteópata representa un elemento esencial para mejorar la calidad
de vida del paciente bruxista al tratarlo
y educarlo para que las molestias sean las menores posibles. Para ello
hay que analizar cada caso individualizadamente, ver los hábitos del paciente y
analizar su postura tanto en casa como en el trabajo para que el individuo
integre una buena ergonomía y hábitos saludables.
El tratamiento
del bruxismo tiene dos elementos importantes:
-
el
fisioterapeuta-osteópata con la formación adecuada que aplica tratamiento
manual complementado con ejercicios
-
el trabajo del
paciente en casa: ergonomía, ejercicios específicos, hábitos alimentarios y
cotidianos.
Es por ello
que el bruxismo es una disfunción que puede mejorar con un tratamiento adecuado
de fisioterapia y osteopatía.