Cuando
hablamos de la ATM nos referimos a la Articulación Témpo-Mandibular. Es una
articulación pequeña pero fundamental en nuestra vida, ya que sin ella no
podríamos alimentarnos por la boca, hablar, reír...
Se
sitúa delante del conducto auditivo, por lo que algunas veces escuchamos ruidos
articulares o nos pensamos que tenemos un problema en el oído y es en la ATM.
Está
formada por la cavidad glenoidea del
hueso temporal (por arriba) y el
cóndilo mandibular (por abajo). Estas superficies no son lisas, por lo que
para dar estabilidad a la articulación es necesario otro elemento, el disco articular. Es como los meniscos
de la rodilla pero del tamaño de una lenteja y con forma de lente bicóncava.
Este disco no está suelto por ahí, a su aire, no. Está sujeto por la inserción
de varios músculos masticatorios y otros elementos. Esto le permite moverse en
distintos sentidos según el movimiento del cóndilo mandibular.
Pero
en esta articulación nos falta un elemento importante que engloba al cóndilo,
al disco y la cavidad glenoidea del temporal: la cápsula articular y su líquido sinovial. Me vuelvo a referir a
la rodilla como ejemplo más conocido. Para reforzar la articulación también
tenemos ligamentos, cómo no.
Que
la superficie del cóndilo y de la cavidad glenoidea no sean lisas, nos permite
movimientos de apertura y cierre de la boca, así como de lateralidad, protusión
(llevar la barbilla hacia delante) y retrusión (llevar la barbilla hacia
atrás). Gracias a estos movimientos somos capaces de cortar los alimentos y
molerlos antes de tragar para facilitar el trabajo al estómago. También,
podemos reír y hacer reír (quién no ha hecho muecas para animar a los niños),
silbar...
Este post es para dar a conocer una de las articulaciones que más maltratamos a diario y de la que hablaremos en numerosas ocasiones.
Este post es para dar a conocer una de las articulaciones que más maltratamos a diario y de la que hablaremos en numerosas ocasiones.